Los problemas de Rober
con los monos comenzaron en 2010 cuando en las islas Phi Phi se le ocurrió
mirar a uno a la cara y hacerle un sonido raro con la boca “UH UH UHHH”. El
mono comenzó a gritarle (a saber que decía, pero no eran cosas buenas seguro) y
nos tuvimos que escapar al agua para que no nos diese un buen bocado.
Desde entonces Rober está
convencido de que los monos no son tan monos. Y Lety de que su novio es un poco
moron (es nuestra nueva palabra inglesa favorita!).
Pero volvamos al
presente: el otro día, recién llegados a Pushkar, Rober no se encontraba muy
bien, así que yo, cual novia devota (y sobre todo para no escuchar el seguntino
quejarse) subí al restaurante pá traerle el antídoto a todos los males: arroz,
tortilla francesa y coca cola. A mi regreso me
encontré con una escena espeluznante…
Rober estaba delante
de la ventana con cara de susto, blanco y tembloroso (vale, estoy exagerando un
pelín pero no me critiques, que es mi guión) me miró y me dijo: “Un mono se me
ha metido en la habitación”.
Ahora imaginaros la
escena, un tio, con fiebre y dolor de barriga en la cama, oye un ruido venir de
la ventana, se da lentamente la vuelta creyendo que es el viento… y ZAS! Un
mono viejo verde le está espiando, y se quiere meter en su cama!
Suerte que Rober fue rápido
y volvió a mirarle a la cara, pero esta vez con mirada fija y maligna y sin
parpadear le gritó “Fsssss fueraaaa!”. El mono titubeó un instante antes de
escaparse asustado… no supimos nada más de él. Que habrá sido de aquel primate
voyeurista?
No teniendo foto
tuvimos que recorrer a un identikit lo más cercano a la realidad, y el resultado
ha sido este… así que ya sabes: ojo a los monos viejos verdes!