
Eran muchísimas las ganas que teníamos de hacer este viaje. No exageramos si decimos que desde hace años se nos metió en la cabeza y es que la idea de recorrer los Balcanes de Interrail seduce a cualquiera!
Crecimos con los conflictos de este área geográfica, veíamos en las noticias siendo pequeños guerras que no entendíamos y que, todavía después de conocer más de cerca, seguimos sin entender. Lety veía pasar los “cazas” a toda velocidad y rompiendo la barrera del sonido sobre los cielos de su pueblo, cazas que, lejos de poner algo de cordura, revolvían aun más el conflicto.
“Nada nuevo”, pensarían los más viejos del lugar… nada nuevo para un territorio golpeado por años y años de disputas, de conflictos bélicos, de desencuentros religiosos, de pobreza y sed.
Hoy en día sigue habiendo amaneceres y atardeceres, se sigue preparando la cena y sirviendo en mesas con manteles de punto, los niños siguen yendo a la escuela y la vida circula sin pararse, como uno de los trenes con los que recorrimos el corazón de los Balcanes. Pero en las memorias no se han borrado los años de dolor y sufrimiento, ni en las fachadas de los edificios comunistas, ni en los cementerios en cuyas tumbas se repiten ciertos años, independientemente de si el apellido del difunto termina en OV o en IM.
Tierra de balazos, de minas, de lágrimas, de desamparo, de carácter tosco, de espaldas anchas y manos curtidas. Tierra de medias sonrisas, de perros amigables, de zapatos rotos y abrigos gruesos. Tierra de nostalgia, de querer y no querer recordar, de buenas personas y actos atroces. Tierra de vergüenzas, de cielos grises, pero también rojos y azules… y de calor. De té y café humeante, de dulces muy dulces, de comida rica, de hospitalidad y verdad.
…Tierra de medias lunas, cruces y estrellas…
Han sido casi dos meses los que hemos tardado en recorrer gran parte de la península balcánica. El viaje esta vez no fue una zambullida a lo loco, sin taparnos la nariz y cerrar los ojos, como puede que hicimos en otras ocasiones. Fuimos introduciéndonos poquito a poco, pasito a pasito, hasta quedar completamente cubiertos por esta maravillosa cultura.
Todo empezó en un coche, o mejor dicho, en una estación: la de Gorizia. Allí quedamos con Elisa a través de BlaBlaCar, y en su coche atravesamos la primera frontera, la de Eslovenia, para descubrir un país enormemente bonito, con muchísimo encanto, pero del que vimos demasiado poco para poder tener una idea clara. Volveremos.
El viaje continuó en un bus camino de Zagreb, puro corazón, desde donde iniciamos el recorrido por Croacia, sorpresa tras sorpresa, con nuestro coche alquilado “Bugabante”.
A estas alturas el agua ya nos cubría hasta la cintura. Suele ser la parte más difícil, una vez mojados los pelendengues la cosa va mucho más rápido. Eso nos ocurrió en nuestro siguiente destino: Bosnia. Baño de realidad total! La disfrutamos y la sentimos, la abrazamos y la añoramos.
Y en Serbia conocimos otra parte, “la otra parte”, que terminó por derribar el muro de nuestro pensamiento y entró directamente al alma.
En un tren la estación de Belgrado nos hicimos la cama para acurrucarnos y dormir a tirones, y así atravesar la frontera con Montenegro, nuestro siguiente destino, la mayor sorpresa del viaje. No su capital, de la que no conseguimos sacarle demasiado partido (dudamos que haya mucho más jugo en esa ciudad), pero si de la increíble costa.
Del relax pasamos a la auténtica locura… o mejor dicho a la locura auténtica, en Albania. Volveremos, así somos…
Y de la locura, de nuevo al relax, en este caso fueron las aguas de un lago, el de Ohrid, en Macedonia, las que ayudaron. Llegamos a estación de Skopje, la ciudad a medio hacer, en un tren a medio deshacer, cruzando el corazón de este indescifrable país.
Nuestro siguiente salto fue Bulgaria, una gran país, que pudimos descubrir a través de su capital, Sofia. Aquí, en un día gris y lluvioso nos topamos con la mujer que no lo tenía casi nada y que sin embargo parecía tenerlo todo. Su sonrisa la delataba.
El viaje estaba llegando a su fin, los Balcanes nos habían regalado un tiempo muy intenso. Llegado este punto decidimos poner rumbo al norte y dar buena cuenta de tres de las ciudades más visitadas en el centro de Europa: Budapest, Praga y Bratislava antes de poner fin a nuestro viaje – interrail por los Balcanes.
…Un viaje completito…
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